28 febrero, 2014

JORNADAS CULTURALES

Los próximos días 5, 6 y 7 de Marzo vamos a celebrar en el colegio las Jornadas Culturales sobre la vida y la obra de El Greco. Para que vayáis conociendo un poco de este genial artista aquí están los trabajos de investigación que han realizado dos compañeros de 4º de Primaria.



EL GRECO
  Debió trasladarse a Venecia alrededor de 1567 y allí continúo su formación como pintor, pues en ese momento esa ciudad era el mayor centro artístico de Italia.
En Venecia se encontraban Tiziano, Tintoretto, Paolo Veronese y Jacopo Bassano, todos ellos pintores renacentistas cuyas obras fueron estudiadas por El Greco.

La pintura veneciana muy brillante y colorista produjo un fuerte impacto en el pintor, que hasta entonces se había formado en la técnica artesana y rutinaria de Creta.

El Greco no hizo como otros artistas cretenses que se habían trasladado a Venecia, los madoneros, que pintaban al estilo bizantino con elementos italianos. Desde el principio pinto con el nuevo lenguaje pictórico a prendido en la ciudad de los canales, convirtiéndose en pintor veneciano.

Posiblemente pudo aprender en el taller de Tiziano los secretos de la pintura veneciana tan diferente de la bizantina: el dibujo, el color naturalista y la forma de iluminar procedente de focos determinados.  



EL GRECO:
Este año se celebra el 400 aniversario de la muerte del Greco.
Afincado en Toledo donde se guarda parte de su obra .  Una de sus obras mas importantes  es El entierro del   Conde Orgaz.
(Doménicos Theotocópoulos; Candía, hoy Heraklion, actual Grecia, 1541 - Toledo, España, 1614) Pintor español. Aunque nacido en Creta, isla que en aquella época pertenecía a la República de Venecia, El Greco desarrolló su peculiar estilo y la mayor parte de su trayectoria artística en España. Se formó en su isla natal como pintor de iconos, antes de trasladarse a Venecia, donde conoció la obra de Tiziano y Tintoretto, artistas que, junto con Miguel Ángel, fueron los que más influyeron en su pintura.
A partir de 1570, tras una estancia de siete años en Roma, El Greco se trasladó a Toledo por invitación del canónigo Diego de Castilla, quien le encargó un retablo para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo. Llevaba diez años en Toledo cuando Felipe II le encomendó una obra para el monasterio de El Escorial; pero El martirio de san Mauricio no gustó al soberano español, quien ya nunca volvió a contar con el artista.
Ello supuso una decepción enorme para El Greco, ya que aspiraba a convertirse en pintor de corte, pero no entorpeció su carrera, puesto que era ya un pintor solicitadísimo tanto por los aristócratas como por los eclesiásticos toledanos. No es de extrañar, por tanto, que su obra sea extraordinariamente fecunda.
Se conocen algunas de sus creaciones anteriores a su llegada a España, lo cual permite afirmar que El Greco creó su peculiar estilo después de su establecimiento en Toledo, seguramente influido por el fervoroso ambiente religioso de la ciudad. Sus figuras alargadas, pintadas con pincelada fluida, parecen criaturas inmateriales, carentes de solidez física e imbuidas de una intensa espiritualidad. A ello hay que añadir su paleta originalísima, de colores fríos, que consigue efectos sorprendentes con los rojos, los azules y en particular los blancos, de una rara intensidad y nitidez.



Aunque pintó sobre todo obras religiosas, se le deben también importantes retratos (Félix Paravicino, El caballero de la mano en el pecho) y algunos cuadros de temática diversa. La obra más admirada de El Greco es El entierro del conde de Orgaz, por el hecho de que el artista se valió de este acontecimiento para dejar constancia del momento en que le tocó vivir; para ello, dividió el cuadro en dos planos, uno celestial en la parte superior y otro terrenal en la inferior, de tal modo que la obra es al mismo tiempo un cuadro religioso y un retrato de grupo.

El plano superior, el celestial, no se aparta de sus restantes obras religiosas y presenta idéntico hondo misticismo y parecida intensidad dramática; la novedad se encuentra en el plano terrenal, donde los principales personajes del Toledo de la época, incluidos el propio pintor y su hijo, aparecen reproducidos con absoluta fidelidad.

De la conspicua producción religiosa de El Greco cabe destacar El Expolio de Cristo, El Bautismo de Cristo, La Adoración de los pastores y diversos Apóstoles, en los que resulta admirable la expresividad de los rostros y los ademanes.


En los últimos años de su carrera el artista pintó dos celebrados Paisajes de Toledo y un cuadro mitológico, Laocoonte, que sorprende por su temática, inusual en la España del momento. Sobre un fondo de hermoso paisaje, las figuras de Laocoonte y sus hijos se retuercen en su lucha contra las serpientes y el artista se sirve hábilmente de sus contorsiones para dotar a la obra de una composición admirable.
Máximo exponente del manierismo pictórico en España, El Greco es también la primera figura de proyección universal de la pintura española y uno de los grandes genios de la historia del arte.
                                                                                                                                  Virginia

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