EL GRECO
Debió trasladarse a Venecia alrededor de 1567
y allí continúo su formación como pintor, pues en ese momento esa ciudad era el
mayor centro artístico de Italia.
En Venecia se encontraban
Tiziano, Tintoretto, Paolo Veronese y Jacopo Bassano, todos ellos pintores
renacentistas cuyas obras fueron estudiadas por El Greco.
La pintura veneciana muy
brillante y colorista produjo un fuerte impacto en el pintor, que hasta
entonces se había formado en la técnica artesana y rutinaria de Creta.
El Greco no hizo como otros
artistas cretenses que se habían trasladado a Venecia, los madoneros, que
pintaban al estilo bizantino con elementos italianos. Desde el principio pinto
con el nuevo lenguaje pictórico a prendido en la ciudad de los canales,
convirtiéndose en pintor veneciano.
Posiblemente pudo aprender
en el taller de Tiziano los secretos de la pintura veneciana tan diferente de
la bizantina: el dibujo, el color naturalista y la forma de iluminar procedente
de focos determinados.
EL GRECO:
Este año se celebra
el 400 aniversario de la muerte del Greco.
Afincado en Toledo
donde se guarda parte de su obra . Una
de sus obras mas importantes es El
entierro del Conde Orgaz.
(Doménicos
Theotocópoulos; Candía, hoy Heraklion, actual Grecia, 1541 - Toledo, España,
1614) Pintor español. Aunque nacido en Creta, isla que en aquella época
pertenecía a la República de Venecia, El Greco desarrolló su peculiar estilo y
la mayor parte de su trayectoria artística en España. Se formó en su isla natal
como pintor de iconos, antes de trasladarse a Venecia, donde conoció la obra de
Tiziano y Tintoretto, artistas que, junto con Miguel Ángel, fueron los que más
influyeron en su pintura.
A partir de 1570,
tras una estancia de siete años en Roma, El Greco se trasladó a Toledo por
invitación del canónigo Diego de Castilla, quien le encargó un retablo para la
iglesia de Santo Domingo el Antiguo. Llevaba diez años en Toledo cuando Felipe
II le encomendó una obra para el monasterio de El Escorial; pero El martirio de
san Mauricio no gustó al soberano español, quien ya nunca volvió a contar con
el artista.
Ello supuso una
decepción enorme para El Greco, ya que aspiraba a convertirse en pintor de
corte, pero no entorpeció su carrera, puesto que era ya un pintor
solicitadísimo tanto por los aristócratas como por los eclesiásticos toledanos.
No es de extrañar, por tanto, que su obra sea extraordinariamente fecunda.
Se conocen algunas
de sus creaciones anteriores a su llegada a España, lo cual permite afirmar que
El Greco creó su peculiar estilo después de su establecimiento en Toledo,
seguramente influido por el fervoroso ambiente religioso de la ciudad. Sus
figuras alargadas, pintadas con pincelada fluida, parecen criaturas
inmateriales, carentes de solidez física e imbuidas de una intensa
espiritualidad. A ello hay que añadir su paleta originalísima, de colores
fríos, que consigue efectos sorprendentes con los rojos, los azules y en
particular los blancos, de una rara intensidad y nitidez.
Aunque pintó sobre
todo obras religiosas, se le deben también importantes retratos (Félix
Paravicino, El caballero de la mano en el pecho) y algunos cuadros de temática
diversa. La obra más admirada de El Greco es El entierro del conde de Orgaz,
por el hecho de que el artista se valió de este acontecimiento para dejar
constancia del momento en que le tocó vivir; para ello, dividió el cuadro en
dos planos, uno celestial en la parte superior y otro terrenal en la inferior,
de tal modo que la obra es al mismo tiempo un cuadro religioso y un retrato de
grupo.
El plano superior,
el celestial, no se aparta de sus restantes obras religiosas y presenta
idéntico hondo misticismo y parecida intensidad dramática; la novedad se
encuentra en el plano terrenal, donde los principales personajes del Toledo de
la época, incluidos el propio pintor y su hijo, aparecen reproducidos con
absoluta fidelidad.
De la conspicua
producción religiosa de El Greco cabe destacar El Expolio de Cristo, El
Bautismo de Cristo, La Adoración de los pastores y diversos Apóstoles, en los
que resulta admirable la expresividad de los rostros y los ademanes.
En los últimos años
de su carrera el artista pintó dos celebrados Paisajes de Toledo y un cuadro
mitológico, Laocoonte, que sorprende por su temática, inusual en la España del
momento. Sobre un fondo de hermoso paisaje, las figuras de Laocoonte y sus
hijos se retuercen en su lucha contra las serpientes y el artista se sirve
hábilmente de sus contorsiones para dotar a la obra de una composición
admirable.
Máximo exponente
del manierismo pictórico en España, El Greco es también la primera figura de
proyección universal de la pintura española y uno de los grandes genios de la
historia del arte.
Virginia